En un día como hoy pero de 1943 nació uno de los máximos ídolos del club, uno de los más exitosos defensores de la historia de Racing, y el entrenador que le devolvió la categoría al club, un ganador nato: Alfio Basile. Campeón en la época de oro de “Tito” Pizzuti y pieza singular en la defensa del mejor equipo de la historia de Racing, Basile es sinónimo de la Academia. En la Acadé, le devolvió la gloria al club con el regreso a Primera en 1985 y la última conquista internacional del club, la Supercopa 1988.

Coco, el jugador
Alfio Basile nació un 1° de noviembre de 1943 en el barrio Bella Vista, ciudad bonaerense de Bahía Blanca. Llamado Alfio por tradición familiar y apodado “Coco” por el tamaño de su cabeza, Basile conoció el fútbol en los potreros de la calle San Lorenzo con sus amigos del barrio. Jugó para los clubes bahienses Brandsen y Bella Vista antes de probar suerte en Buenos Aires, tierra que luego sería la casa de toda su vida: el Racing Club de Avellaneda.
Su debut como profesional se dio en la última fecha del campeonato de 1964. Fue de visitante, un tres de diciembre, ante Huracán, con empate en uno. Formado como volante central, fue el prócer máximo de Racing, Juan José Pizzuti, quien le encontró el puesto en el que el mejor podía rendir: la zaga.
A lo largo de la inigualable campaña del equipo de José, Coco demostró liderazgo, confianza y seguridad en la cueva con su amigo Roberto Perfumo, con los laderos Osvaldo Martín y Rubén “El Panadero” Díaz por derecha e izquierda respectivamente.

Con José, Basile brilló como back central pero también le tocó volver a su puesto natural. A lo largo de la extensísima Copa Libertadores del 67, el equipo se vio obligado a realizar el recambio de jugadores de la mejor manera posible.
El Coco rindió como volante tapón siempre, excepto en Bolivia ante 31 de Octubre, cuando tuvo que pedir el cambio porque se quedó sin aire. Sin embargo, fue pieza clave para aquel Racing ganador: en el número de cuando la Academia ganó la Copa, la Revista El Gráfico lo puso en tapa con la leyenda “Basile, el hombre de la Copa”.
Dueño de un feroz juego aéreo y personalidad fuerte, el Coco fue fundamental y le aportó a Racing 186 partidos, veinte goles, un campeonato local –el de 1966-, una Copa Libertadores –la de 1967-, una Copa Intercontinental –la de 1967-, calidad y jerarquía en el fondo de la Academia durante seis gloriosos años. El día de su cumpleaños número treinta, el Coco dejó Racing, en el Cilindro de Avellaneda.

Atrás iban a quedar los mates con Tita Mattiussi, la madre de Racing, o los consejos de Juan José Pizzuti –un mentor, para el Coco-. El destino fue Huracán y allí también hizo historia: fue campeón en 1973 con aquel recordado de equipo de César Luis Menotti, único campeonato del club quemero en toda su historia.
Jugó en la selección nacional en cinco oportunidades y estuvo cerca de jugar el Mundial de Alemania 1974, pero una lesión en la rodilla empezaba a despedirlo del fútbol. Se retiró al año siguiente y no pasó mucho tiempo hasta que comenzó otro sueño, uno nuevo; el de ser entrenador con el mismo ímpetu ganador de la época de jugador.
Basile, el DT
Por recomendación de otro amigo, el legendario médico del boxeo nacional Roberto Paladino, el Coco tuvo la chance de debutar en Chacarita Juniors en el año 1975. Pasó luego por Rosario Central, y en 1977, a diez años de haber sido campeón intercontinental tuvo su primer ciclo como entrenador de la Academia.
Le tocó un Racing decaído, que había estado hacía muy poco cerca de descender. La temporada el Coco estuvo al frente del primer equipo mucho no pudo hacer, no pasó de mitad de tabla y fue el fin del primer ciclo de Basile en Racing.
Comenzaría en el Coco un período prolongado de entrenador en la provincia de Córdoba: dirigió a Racing de Córdoba en tres oportunidades (1978, 1980 y 1983) donde llegó a ser subcampeón del Nacional ’80-, a Instituto en dos ciclos (1979 y 1981), Talleres (1983).
En el medio dirigió a Huracán (1982) y luego pasó por Vélez Sarsfield por una temporada hasta que volvió a su casa por la revancha. En esta ocasión la cuesta estaba muy arriba: Racing estaba peleando por retornar a primera, objetivo que no pudo cumplir en la primera temporada en la segunda categoría del fútbol argentino.
Habían pasado Agustín Mario Cejas, Jorge Castelli, Cayetano Rodríguez y Juan Carlos Giménez, sin éxito en el intento por encausar a Racing en el camino de ascender. El Coco le cambió la cara al equipo y construyó la confianza en las concentraciones en Ezeiza- todo, según el propio Basile, ad honorem.

Con el Coco en el banco y Néstor Sícher mandándola al fondo de la red ante Atlanta, el Monumental se vino abajo por la angustia contenida de los hinchas de Racing. La Academia volvía a Primera y empezaba a gestarse algo de la mano del Coco, un hijo de la casa de José y Tita.
Ya en Primera, el Coco fue armando un equipazo, un auténtico cuadro de fútbol, probablemente el mejor de los últimos treinta años. A los provenientes del ascenso como Miguel Ángel Colombatti, Walter Fernández, Carlos Olarán y Néstor Fabbri, se le sumaban los del club: Gustavo Costas, “Camote” Acuña, “Chupete” Vázquez, Hugo Lamadrid, Perico Pérez, Ramón Ismael Medina Bello, entre muchos otros. Y se le agregaba jerarquía con el “Toti” Iglesias, el “Pato” Fillol y el uruguayo mágico Rubén Paz.
El resultado de esa fórmula fueron cuatro temporadas de gran fútbol, de un Racing protagonista, voraz, grande y ganador.
Peleó todos los campeonatos, le regaló al hincha la inolvidable goleada ante Boca por 6 a 0 en el ‘87, y fue campeón de la Supercopa 1988 en Belo Horizonte, ante el Cruzeiro tras haber dejado afuera a River Plate.

Esa conquista fue el primer y único del Coco Basile en Racing, y el primero en su carrera. Sin dudas, un recuerdo inolvidable para el hincha de Racing aquel equipo ganador del Coco, siempre acompañado por su amigo, el Panadero Díaz.
En 1989, finalizó su segundo ciclo en Racing con un saldo más que positivo: la conquista de una copa internacional en el palmarés de la Academia, que hacía 21 años que no ganaba nada-, identidad futbolística y sentido de pertenencia.
Basile es el único que fue campeón de un torneo internacional con la camiseta de Racing como jugador y como técnico, y es un record sumamente difícil de alcanzar. Curiosamente, también es el último título internacional que ganó Racing, que desde hace treinta años no logra hacerse de una presea continental.
Luego del Mundial de Italia, el Coco asumió como DT de la Selección Argentina. Renovó el equipo que había dejado Carlos Bilardo y construyó un interesante cuadro que mantuvo casi treinta partidos el invicto y que ganó dos copas.
Las últimas dos conquistas continentales de Argentina son las Copas Américas de Chile 1991 y Ecuador 1993 obtenidas bajo la conducción técnica de Alfio Basile con jugadores de buen pie como Fernando Redondo, Gabriel Batistuta y Diego Simeone, entre muchos otros.
La situación se tornó confusa tras perder por cinco goles de local ante Colombia y se forzó el repechaje. Argentina llegó al mundial a los tumbos, con un Diego Armando Maradona revivido sólo para salvar a la selección del difícil momento: venció a Australia con lo justo y entró a Estados Unidos 1994 casi por la ventana.
Ya en Norteamérica, la selección cumplió un muy digno papel, demostró momentos de enorme fútbol, en especial los partidos de la primera fase. Pero se derrumbó cuando fue detectada efedrina en el examen antidoping de Diego Armando Maradona, se lo llevó una enfermera de la mano en pleno partido y los obligaron a aislarlo del resto del plantel.
Argentina luego perdió con Bulgaria y con Rumania y quedó afuera del mundial. Se terminó el primer ciclo del Coco en la selección.
Tras dejar el seleccionado, Basile dirigió por una temporada al Atlético de Madrid y al año siguiente, después de veinte años de haber ganado la Copa Libertadores y la Intercontinental, volvió a la Academia Racing Club.

El Coco reemplazo a Miguel Brindisi en la segunda fecha y condujo a Racing hasta la semi final de la Copa Libertadores de América, donde lamentablemente el peruano Sporting Cristal dejó afuera al conjunto de Avellaneda que había eliminado a Peñarol de Montevideo y a River, este último como en la Supercopa de nueve años más atrás en el tiempo. Tras una buena campaña, Basile se fue y finalizó su tercer ciclo.
Dirigió más tarde a San Lorenzo (1998), a América de México (2000-01), a Colón de Santa Fé (2004) y a Boca Juniors en dos ciclos, donde ganó cinco títulos, todos en el primero. Luego del éxito en el club de la ribera, el Coco tuvo su segunda chance al frente del Seleccionado Mayor de fútbol y le fue bien durante un tiempo. Se amparó mayormente en la estructura de volantes con buen pie para jugar, desde Juan Román Riquelme a Juan Sebastián Verón.
Llegó hasta la final de Copa América del 2007 y se fue durante eliminatorias en un clima sospechado de complot que el propio Basile se encarga en callar y guardarlo por respeto a su honor y sus códigos.
Tras un mal segundo paso por Boca, volvió a dirigir en 2012 a su último club: la Academia Racing Club. Su último ciclo fue corto, duró sólo diez fechas y fue en ese momento que el Coco decidió bajar la persiana. Basile anunció que se retiraba de la actividad como entrenador y sin dudas dejó una marca indeleble en la historia del fútbol argentino.
En marzo de 2017 tuvo algunos problemas de salud que lo dejaron convaleciente durante algún tiempo pero luego se recuperó. Lamentablemente no pudo asistir al homenaje a los Campeones del Mundo 1967 que se hizo en el Cilindro el día que se cumplieron 50 años.
En el caso de la Academia, el Coco Basile le ha dado al club como muy pocos han podido hacer. El ascenso y la Supercopa, las conquistas de José. Basile es definitivamente un ídolo de la Academia, un guardián de Racing, un corajudo que siempre se hizo cargo del equipo y le mantuvo presente el hambre al club y la grandeza que le corresponden. Un alumno de José y de Menotti, un hijo de Filomena pero también de Tita: Alfio Basile es otra forma de decir Racing.