El Puente Pueyrredón no puede hacer gala de ser la unión más fuerte de toda Avellaneda. Hay un puente mejor, más duro, con material más resistente y que cada día parece más unido que nunca. Es el puente que tendieron Lisandro Lopez y Matías Zaracho, dos personas del que hoy forman y nacen las mejores ilusiones de Racing y con raíces directas del predio Tita Matiussi.

No es normal, no es común. El ídolo a los 36 años demuestra su debilidad por la última joya que salió de la cantera y crea una relación inusitada en el fútbol de estos tiempos. No son pareja de centrales, no son pareja de goleadores, ni siquiera son pareja de volantes. Vaya a saber porque, pero Lisandro cual maestro de primaria, va acompañando el crecimiento, el día a día, potenciando la virtud y limando el error del negrito nacido en Wilde. Pero quizas el mayor legado que transmita sea el comportamiento, el poner los pies sobre la tierra, la declaración medida, el no mareo con los flashes del momento. Zaracho no copia jugar como Lisandro Lopez, sino copia ser como Lisandro Lopez. Y aprende, más vale. Los valores, el manejo de la exposición, la profesionalidad, nunca olvidar las raíces y siempre mantener el rumbo con la ambición bien entendida del que quiere más con armas nobles.

Matías Zaracho jugará una Copa America, un Mundial y en Europa demostrará porque tiene todo para triunfar, pero jamás olvidará la enseñanza de Lisandro, quien le tendió el puente, el puente donde hoy en día se depositan todas las ilusiones del pueblo racinguista.

Por @diegoilusion

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