En un día como hoy de 1939 nacía uno de los más goleadores más importantes de la historia del club: Norberto Raffo. Mejor conocido como “Toro”, este artillero jugó tan sólo dos temporadas en la Academia en las cuales no sólo fue el primer goleador de Racing en la Copa Libertadores, sino que alcanzó la gloria a la que muchos no accedieron: fue campeón de ese mismo certamen en 1967, año en el que también con la Academia se coronó en la cima del mundo al ganar la Copa Intercontinental, competición en la que marcó el gol del empate parcial en el partido de vuelta en un Cilindro con más de 100 mil personas.

Norberto Santiago Raffo nació un 27 de abril de 1939 en la bonaerense localidad de Avellaneda. Se formó en la vereda de enfrente, donde debutó en primera en 1957 y fue campeón de liga en tres años más tarde.
Delantero rápido y con cabezazo potente a pesar de su metro setenta de altura, Raffo hizo historia en Banfield, su siguiente club. En el Taladro, el “Toro” ascendió a Primera como goleador del equipo y en la A, deslumbró con 31 goles más en sus cuatro temporadas ese equipo. Tal suma lo convirtió en el tercer máximo goleador de la historia de Banfield con 68 tantos.
En 1967, el entrenador del seleccionado nacional, Jim Lopes, lo convocó para la Copa América de ese año en Montevideo. Raffo no pudo marcar pero aun así fue subcampeón.
Al poco tiempo de eso, el DT del campeón Racing Club, Juan José Pizzuti, lo pidió para sumarlo a su gran equipo. Alguna vez, el máximo prócer de la institución definió a Raffo como “un muchacho fuerte, noble, que en el área y, a pesar de no tener gran altura física, ante cualquier centro aéreo no perdonaba”.
En la Academia, Raffo vivió tiempos gloriosos: marcó 12 tantos en los campeonatos en los que el Equipo de José era una máquina de fútbol y garra. En el plano local, el equipo peleó arriba en las dos temporadas en las que compitió el “Toro”: perdió la final del Metropolitano ’67 contra el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía, el playoff final del Nacional ‘68 ante Vélez y la semifinal de la Libertadores ’68 otra vez ante el Pincha.

Sin embargo, la gloria que Raffo conoció en la Academia trascendió fronteras: el “Torito” fue una pieza fundamental para el Equipo de José que ganó la edición más larga de la Copa Libertadores de América, la de 1967. Fueron 20 partidos los de ese certamen, en los cuales Raffo marcó la bestial cantidad de 14 goles y se coronó goleador del certamen. Además, marcó el gol con el que Racing se consagró campeón: fue el segundo gol de Racing en el 2 a 1 de la final ante Nacional de Montevideo.
A pesar de que en 2015 Gustavo Bou le quitó la soledad de ser el único goleador de Racing en una Libertadores, los catorce goles de Raffo aún perduran como la máxima cantidad de tantos anotados por un jugador del club en la Copa. Y más aún: el “Torito” también es el segundo máximo goleador argentino en una sola edición, así como el tercero de toda la historia del certamen.
En la Copa Intercontinental 1967, su aporte fue más que fundamental. La Academia perdió el primer chico ante Celtic en Hampden Park, Glasgow, por 1 a 0. A pesar de eso, la Academia salió a dejar todo en un Cilindro que explotaba con más de 100 mil personas que vibraban por el partido más importante del fútbol argentino desde la final del Mundial de Uruguay 1930.
En un partido que parecía adverso para la Academia –luego de casi suspenderse por el piedrazo en la nuca que recibió el arquero Simpson y que obligó a que entrara Fallon desde el minuto cero-, el defensor escocés Tommy Gemmell marcó de penal el 1 a 0. Iban 21 minutos y la Academia parecía correr el mismo destino de Independiente tres años antes, pero no estaba todo dicho aun.
Diez minutos después del gol de Celtic, Racing aprovechó los espacios que el Celtic le cedió al haberse adelantado tanto en el campo rival, y construyó un ataque desde un pelotazo de Cejas. Joao Cardoso la bajó con mucha clase y cambió para el “Bocha” Maschio, quien centró de derecha hacia el punto penal cuando, a la carrera, Raffo casi de palomita y con la cabeza hizo estallar al Cilindro en un grito de gol. El “Torito” marcó el empate y le devolvió la esperanza a Racing.
Apenas iniciado el segundo tiempo, Raffo recuperó una pelota dividida en el tercer cuarto de cancha y habilitó a Cárdenas, que le marcó el espacio dentro del área rival para recibir casi de espaldas y, acomodándose a la trayectoria del balón, definió con pierna izquierda por debajo de Fallon y golazo. Sin dudas, el partido de Raffo fue más que importante para forzar el desempate.

La Academia ganó 2 a 1 y a los tres días jugaba el desempate en el Estadio Centenario de Montevideo, el 4 de noviembre de 1967. El equipo de José salió a la cancha con Agustín M. Cejas; el capitán Martín, Perfumo, Basile, Chabay; Maschio, Rulli, J. J. Rodríguez; Raffo, Joao Cardoso y Cárdenas.

El partido fue tan opaco como violento –hubo cuatro expulsados- pero a los diez minutos de la segunda parte, la historia cambió. Combinaron Rulli y el Yaya en la mitad de la cancha, para que recibiera Cárdenas, que se abría del centro hacia la izquierda. El Chango vio el claro y escuchó “¡Pateá!” de un compañero. Lanzó un zurdazo que terminó en ese inolvidable golazo del Chango, que fue un pasaje al olimpo del fútbol mundial: Racing se consagró campeón de la Copa Intercontinental 1967
Raffo fue importante en esas duras finales y afortunadamente la vida lo premió con ostentar los dos títulos más importantes de la historia de nuestra querida Academia, pero esas mieles se acabaron pronto.
Para 1969, el Toro dejó Racing y continuó su carrera hasta 1974 en diversos clubes: Atlanta, América de Cali (Colombia), Lanús, Huachipato (Chile) y Altos Hornos Zapla de Jujuy. Como entrenador, dirigió a equipos como Lanús, Argentino de Quilmes, Banfield, El Porvenir, Gimnasia y Esgrima de Jujuy, Altos Hornos Zapla y su último equipo fue Talleres de Remedios de Escalada en 1998 luego de haber trabajado nueve años en las inferiores de Lanús.
El 18 de diciembre de 2008, a la temprana edad de 69 años, Norberto Raffo colgó los botines de la vida y se llevó sus goles al cielo. Sin lugar a dudas, el “Torito” es uno de los más importantes delanteros de la historia del club, que aún sus marcas perduren en el tiempo es prueba de ello, así como también de que hay mucha más historia por escribir.